Como barranquillera, para la veterana periodista Lizzette Diaz el Carnaval más que una tradición ha sido su pasión. Desde niña se deslumbraba con el retumbar de las tamboras y el destellante brillo de las comparsas y disfraces que han hecho de las festividades del Dios Momo, el Carnaval más importante de Colombia y el segundo de Latinoamerica, después del de Brasil, por lo que fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. A los 17 años, cuando inició su vertiginosa y exitosa carrera en los medios de comunicación de Barranquilla (El Heraldo, Caracol, Telecaribe, CV Noticias, Noticiero de las 7, 24 horas, QAP y Buenos Días, por mencionar algunos), su acercamiento al Carnaval se hizo más estrecho, pues ya no solo era la espectadora pasiva que se contagiaba con la alegría de las fiestas desde las aceras de las calles, sino que comenzó a decubrir la riqueza folclórica y cultural que encierra esta ancestral festividad, llena de mitos, leyendas y tradiciones. De la mano de grandes sociólogos, filósofos, antropólogos y estudiosos de las fiestas, Lizzette tuvo a su cargo diversas investigaciones relacionadas con el tema. Fue la conductora durante siete años consecutivos del Festival de Orquestas y Acordeones para Telecaribe, creó y dirigió el programa “Carnavaleando”, escribió diversas historias para El Heraldo sobre el significado de las danzas y sus tradiciones y además, fue la creadora y fundadora de la revista bilingue del “Carnaval de Barranquilla”. Al llegar a Houston en el 2003, se encontró con lo sorpresa de que en Houston se celebraba esta fiesta, por lo que de inmediato se interesó en conocer más detalles al respecto. Poco a poco se involucró con diversas organizaciones que llevaban a cabo las festividades, aunque la mayoría estaban lejos de la tradición. En el 2007 hace un primer intento por mostrar la verdadera tradición del Carnaval con un tímido evento en el entonces Melaos, donde una fría noche invernal se eligió a una reina, que no tuvo mucha trascendencia. Con sus aciertos y desaciertos y luego de muchos años de trabajo arduo, lleno de buenas y malas experiencias, desde el 2010, junto a su esposo, Pedro Arévalo, ésta dinámica pareja le ha dado un nuevo aire al Carnaval, convirtiéndola en una exitosa fiesta, que ya se ha convertido en una tradición en la ciudad, contagiando con su energía, alegría y colorido, a una audiencia cautiva que espera con ansias cada año nuestra celebración para disfrutarla en un ambiente familiar.